lunes, 11 de marzo de 2013

Es conocida la política vaticana?

Sí. Doblemente: en el sentido "chafa" de ser “famosa” y en el sentido "serio" de ser efectivamente objeto de conocimiento, lo que a su vez quiere decir que es conocible y que existen investigaciones y resultados cognitivos sobre ella. Ambas cosas, juntas, suponen e indican que la política es real. Y "realpolitik"... vaya que también lo es! Me refiero a la política vaticana como la “grilla” interna, esto es, la lucha por el poder en la frecuentemente baja (calidad) parte alta (posición) de la Iglesia católica, no como “policy” -que de todos modos tendría que ver con “politics”, o ésa y otras “grillas”, y es igualmente “conocida”.
Esa política puedes conocerla, entonces. No por completo ni a la perfección, pero sí suficientemente. Sobre todo vía efectos; efectos precisamente públicos de una forma u otra. Ejemplo: la elección de un Papa implica y representa no al "espíritu santo", ni a cualquier otro personaje literario, sino un sistema electoral. Ese sistema es un efecto político, la decisión de ciertos actores -humanos y ya- bajo ciertas circunstancias -reales y ya-, y está formalizado, es decir, es legal y, por tanto, básicamente público de algún modo y, por tanto, susceptible de estudio(s). El sistema electoral define, moldea o influye estrategias de los actores; éstos, los grupos “curiales romanos” y sus respectivos cardenales en este caso, actúan políticamente en privado y también en público de múltiples maneras, tanto lejos como cerca de los días electorales en estricto sentido. Así, no sólo podemos observar elementos de la “grilla” sino relacionarlos con y hasta buscarlos y establecerlos a partir del tipo de sistema electoral (en combinación con otros factores). Etcétera. Y no puede olvidarse que el Vaticano tiene y usa medios propios -hay un periódico oficial, entre otras cosas- y se relaciona con otros, lo que significa que se "ofrece" información y se envían mensajes diversos (incluidas "filtraciones" que siguen las correlaciones de fuerzas e intereses internos y externos). La Iglesia también es un enorme (internacional) cuerpo-actor político puro y duro, "amén" de un Estado, claro está.

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