viernes, 27 de marzo de 2009

Pésimo texto

Indicador Político
Carlos Ramírez
Jueves, 26 de febrero de 2009
El Financiero

-Obama, el Gorbachov de EU.
-Misión: demoler capitalismo.

La explicación del programa anticrisis del presidente Barack Obama fue un shock para la estructura de intereses del sistema económico y financiero de Estados Unidos. Obama delineó una propuesta de transición del capitalismo salvaje a un modelo económico social de controles estatales y objetivos populistas.
El discurso de Obama ante el Congreso sirvió para confirmar la expectativa de que el primer presidente afroamericano de EU, proveniente de las minorías explotadas, podría ser el Gorbachov estadounidense. El soviético tomó el poder para transformar el sistema comunista de economía centralizada y dominio absoluto del Estado en un modelo de mercado. Obama ha dejado ver que quiere transitar del capitalismo estadounidense a un modelo de economía estatalmente planificada y regulada.
Esta percepción podría explicar la respuesta negativa de los mercados al programa anticrisis de Obama. La caída de la bolsa en Wall Street, donde operan las principales corporaciones y donde se dan los juegos financieros para concentrar la riqueza en manos especulativas, fue la reacción a los regaños de Obama a los banqueros, el mensaje de que se terminaron los tiempos de las grandes bonificaciones y la entrada de la economía de EU a la zona de confrontación entre una economía especulativa que es el alma del capitalismo estadounidense y una economía social controlada por el Estado.
Lo que falta por saber es la posibilidad de las expectativas. Gorbachov fracasó en su transición cuando perdió el control de la economía, y con ello se le escapó de las manos el manejo de la política y de la sociedad. Primero fue el golpe de Estado de los sectores duros y luego el desmembramiento de la Unión Soviética. Gorbachov tuvo que renunciar. El escenario de Obama tiene algunos parecidos: el american way of life tiene como corazón justamente el mecanismo de la economía especulativa. La competencia brutal ha convertido a los estadounidenses en generadores de riqueza. Sin competencia, la economía de EU se va a desplomar como un castillo de naipes.
Pero nadie se debe llamar engañado. Obama definió desde el principio su perfil a partir de su formación histórica: un hombre que ya resolvió el problema racial por provenir de un matrimonio interracial -madre blanca y padre mulato- y arribó a EU en 1983, cuando las luchas sociales de los negros ya habían sido superadas. Obama sería el representante de una minoría electo para salvar los intereses y el modo de vida de una mayoría.
Muy al estilo americano, los votantes se dejaron seducir por la imagen. Pero Obama en realidad no engañó a nadie. Su modelo de equidad social garantizada por el Estado y aun a costa de quebrar la estructura de poder de las corporaciones viene de una tendencia de la izquierda estadounidense: el grupo del Critical Legal Studies o Centro de Estudios Críticos de las Leyes o mejor conocido como corriente de la Crítica de los Derechos, nació en 1977 en Harvard bajo la influencia del abogado afroamericano Duncan Kennedy, uno de los formadores del perfil jurídico de Obama.
El eje central de esta corriente radica en el papel del Derecho y su utilización para beneficios sociales de las mayorías. Parte de la idea de que el derecho ha servido a los poderosos. Por tanto, señala Kennedy, "los objetivos de la izquierda son cambiar el modelo existente de jerarquía social, incluyendo las dimensiones de clase, raciales y de género, en la dirección de una igualdad más profunda y una mayor participación en el gobierno público y privado". El instrumento para reorganizar la sociedad es el Estado, el cual tendrá la autoridad para definir alcances y reparto. Y el contexto es el escenario de injusticia de las mayorías, usualmente marginadas de los beneficios del sistema.
Obama sería el encargado de esta transición estadounidense. Su discurso del lunes marcó la decisión del Estado de intervenir en el proceso productivo y sobre todo redistributivo de la riqueza, aunque a costa de liquidar el sistema capitalista. Gorbachov delineó la perestroika para pasar de la economía estatista al mercado, y Obama perfiló su programa anticrisis como la perestroika estadounidense para pasar de la economía especulativa a la economía social, estatista y con objetivos de justicia y no de competencia.
Pero así como Gorbachov tuvo que encarar los fuertes intereses del viejo sistema estatista y sus beneficiarios, así Obama ha comenzado a encontrarse con los obstáculos de los favorecidos de la especulación, que solamente querían dinero público para reactivar la demanda y fortalecer la oferta, pero sin cambiar la estructura de concentración de la riqueza. La CLS critica el Estado Liberal de Derecho y lo asume como el garante de una estructura de explotación.
El discurso de Obama se localiza dentro de las coordenadas de la Escuela de Critical Legal Studies y su objetivo de cambiar el funcionamiento del sistema productivo: no para profundizar desigualdades del mercado, sino para equilibrar el reparto con la intervención del Estado. Obama quiere encabezar a la sociedad de los marginados para modificar el papel del derecho, no para padecer la explotación sino para exigir la riqueza para los explotados.
Obama ya dio el primer paso al anunciar la hegemonía del Estado sobre el capitalismo salvaje, y los mercados ya respondieron. En EU comenzó una batalla similar a la de Gorbachov con su transición fallida. Por lo pronto, los intereses privados ya ganaron su primera batalla: la Casa Blanca no nacionalizará los bancos.

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