"(…) No podemos culpar a nadie de la manera en que fuimos destruyendo al país, salvo a nosotros mismos. Es a mediados de los 60 cuando el Estado, corrupto y corruptor, decide destruir la economía para salvar su existencia, y decide escalar su presencia criminal, primero a través de la guerra sucia, después administrando el narcotráfico. (...) Pero no podemos comprender esto. Nos ciega nuestro lastre mental, las décadas de nacionalismo revolucionario".
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